Impact Wars
La publicidad se ha convertido en un mundo sobresaturado de estímulos que en muchas ocasiones distrae nuestra atención, nos aburre o directamente nos molesta. En esa tesitura es cada vez más complicado conseguir captar la atención.
Aquí es donde entran en el juego las técnicas de marketing más experimentales. Tipo marketing de guerrilla. Como su propio nombre indica, llegan actúan rápido y se van. Consiste en llevar a cabo acciones muy puntuales, locales, y poco convencionales; que tengan la capacidad de sorprender al público. Deben ser innovadoras y romper con todo lo anterior que se haya hecho. Así que no podemos contar con los canales convencionales para realizar este tipo de acciones ya que, por definición, estaríamos en las mismas de siempre.
La virtud de una buena acción de guerrilla es que resulte sorpresiva para el público sobre el que impacta. Debe ser ingeniosa y conseguir que el target la recuerde, piense en ella y, sobretodo, comparta la experiencia con otros públicos. O lo que es lo mismo: dejar la difusión del mensaje en manos del boca-oreja, y no de los mass-media. Aunque las redes han cambiado esto, y ahora el «compartir» significa estar en redes sociales y con suerte, ser viral.
Es importante que el concepto sea potente y realmente creativo. En este caso sólo disponemos de una bala. Una acción de marketing guerrilla que no dé ni frío ni calor es una completa pérdida de tiempo y de recursos. Su virtud principal es el impacto. La sorpresa. Utilizar algún elemento que no encaje, que no debería estar allí y, sin embargo, voilâ, comunicación de calidad al canto.
Existen diferentes técnicas de marketing guerrilla que podemos explotar para llegar a diferentes públicos. Veamos un par de ejemplos de ambient marketing:
Podemos utilizar el paisaje urbano, tanto en exteriores como en interiores para realizar la acción que potencie nuestra marca. El límite lo pone la imaginación que seamos capaces de poner en práctica. Tanto Nike como Kit-Kat se sirvieron de bancos colocados en la calle para potenciar sus campañas. En el caso de la marca de Oregón, desmontaron los asientos de los bancos invitando a la gente a practicar running. La de dulces simuló ser un paquete de sus chocolatinas abierto aprovechando las barras del respaldo de los bancos. Ambas fueron exitosas.

El Grial del marketing de guerrilla es convertir la acción en viral. Es el objetivo final. Que hablen de mi, aunque sea bien, decía Dalí. Una acción notoria que se convierta en viral es una quiniela de 14. Y la difusión masiva (y gratis) justifica la inversión. Eso sí, hay que tener en cuenta que el público consume mucho (pero mucho) contenido on-line y destacar sobre el resto es cada vez más difícil.




En resumen, con el marketing guerrilla podemos obtener grandes resultados cualitativos, y con suerte e internet de nuestro lado, también cuantitativos. Pero hay que hilar muy, muy fino. Es una herramienta tremendamente útil, pero difícil de utilizar. ¿Te atreves?