Eternas rebajas
Vamos a ser realistas, nos lo pulimos todo en Navidad y toca pedalear muy duro por una cuesta que sigue siendo empinada.
La cosa es que empezamos a conocer dos ventanas de rebajas, allá por los años cuarenta, cuando la competencia se vuelve feroz y hay que buscar soluciones. En España se encargaron El Corte Inglés y las extintas Galerías Preciados.
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No es una mala táctica comercial para poder amortizar el stock excedente, tras una campaña en la que la producción no se equipara al consumo. Oferta y demanda. Si no provoca pérdidas ¿qué tiene de malo? El gran problema es que el público puede sentir que ha pagado de más, al ver que se sigue ganando dinero aun cobrando un 50% del valor original. En España, la población compra un tercio de los artículos textiles que consume en periodo de rebajas. Además, coincide con los periodos en los que se suelen ingresar pagas extra.
Las estrategias de precio funcionan cuando hay poco dinero circulando (tiempos de crisis, momentos difíciles del año, etc..), pero siempre a corto plazo. Y es que hemos abusado, y ya tenemos rebajas, promociones y descuentos cada poco. Si aun así se gana dinero, ¿qué demonios pagábamos antes?
La buena publicidad necesita productos buenos. Marcas con las que dar al público razones para confiar. Nosotros no vendemos, comunicamos de forma más o menos creativa. Creamos puentes de comunicación que acercan la marca al público. Esta comunicación se basa en la confianza. Un camino a largo plazo. Y unas rebajas mal entendidas pueden minar esa confianza. Pueden dañar a la marca más que la ayudan. Y pueden en definitiva sacar lo peor de todos nosotros.
Y por favor, no se vuelvan locos. Dejen salir antes de entrar.