Enfermos de titulitis
Un día como cualquier otro en Google, alguien descubrió entre sus muchos análisis, que el desempeño del trabajo de algunos de sus empleados no se correspondía con su desarrollo en la universidad. Es decir que, sobre el papel, según la titulación y el currículum, algunos empleados deberían desempeñar su trabajo a un cierto nivel, pero en realidad estaban muy por debajo…
Esto es algo que todo el que ha pasado por la universidad sabe: que hay un porcentaje bastante alto de titulados que, en realidad, no tienen el nivel adecuado para ese título. O, incluso, perfiles que están correctamente formados, pero a la hora del desempeño del trabajo no asumen todo su potencial. Es decir, tienen la base teórica, pero fallan a la hora de salirse de la estricta fórmula aprendida en las aulas.
Al margen de las valoraciones de los distintos sistemas educativos (recordemos que estamos hablando ahora de Estados Unidos), el hecho es que las empresas se están dando cuenta de que el planteamiento “como mínimo, tener un título” ya no es garantía de nada. Ya no tienen sentido aquellos baremos… “Si no tiene título universitario, no hay contrato”. Incluso posiciones más radicales a la hora de las contrataciones, del tipo “Solo queremos perfiles que estén entre el 5% y el 10% de las mejores notas de la universidad” ya no tienen el sentido que hace unos años. Ni siquiera los exclusivismos tipo “solo contratamos perfiles de un número determinado de universidades o centros” son garantía de nada.
La realidad ha cambiado mucho. Y ahora, los perfiles más buscados incluyen habilidades que no se aprenden en ningún sitio: resiliencia, capacidad resolutiva, visión global, iniciativa autodidacta…
Tengamos en cuenta que el trabajador del sXXI ya queda muy lejos de aquella imagen de Chaplin en Tiempos Modernos, donde se trataba básicamente de tener una habilidad manual. Ahora, la inmensa mayoría de los trabajos en el mundo desarrollado son en el sector servicios y cada vez más, ligados a un grado medio – alto de conocimiento tecnológico. Y si a todo esto sumamos que algunos de los grandes gurús del mundo empresarial y actuales referentes abandonaron la universidad (Jobs, Zuckerberg, Gates…), tenemos una nueva realidad donde empresas muy potentes han eliminado el “no sin título universitario” y comienzan a valorar a los candidatos de otras maneras. Y ojo, que no solo hablamos de empresas del sector tecnológico: Starbucks, Hilton, Ernst & Young… son solo algunos ejemplos de grandes empresas de otro tipo que ya trabajan así.
Cuidado, que esto no significa que la titulación deje de tener valor. Para nada. Significa que es un elemento más dentro de un currículum. Y que las empresas buscan nuevas formas de saber el valor real de cada candidato. Valor que, por añadidura, depende cada vez más de lo que somos capaces de hacer, y cada vez menos de lo que fuimos capaces de hacer.