RSC: Trabajo aquí, ésta es mi casa
Las empresas son una unidad de tejido social muy importante actualmente, no sólo como creadoras de empleo, sino como partícipes de una mejora de su entorno.
Al margen de la rentabilidad, los negocios significan una estructura económica de impacto capital sobre el ámbito social donde operan. No es de extrañar que se preocupen por intentar hacer de la sociedad un sitio más habitable. En torno a las grandes compañías no tardan en aparecer viviendas, servicios públicos y rutas de comunicación, lo que atrae a la población. Pero del mismo modo que las empresas tienen impactos negativos al desarrollar su actividad, algunas se preocupan por devolver parte de sus beneficios en favor del bien común.
La responsabilidad social corporativa (RSC) se refiere a la capacidad voluntaria de las compañías para hacer una inversión en la mejora de la sociedad. Se puede interpretar de muchas formas, todo depende de la política de actuación y los valores empresariales.
Las tres vertientes más habituales de la RSC son la social, la cultural y la medioambiental. Se trata de generar un valor añadido para la marca a través de una conducta desinteresada mediante acciones no relacionadas con el sector empresarial que genera beneficios.
Es una declaración de intenciones. Trascender las obligaciones dictadas y hacer más de lo que se nos exige dentro del marco legal. Una política de RSC bien planificada intenta integrar comportamientos de mejora del entorno en la actividad económica diaria.
El beneficio principal de esta estrategia comunicativa es fomentar las reacciones positivas hacia nuestra marca. Consiste en posicionarnos con un enfoque friendly ante nuestro público, lo que favorecerá a colocarnos en su top of mind.
La RSC es la consciencia, la obligación como disciplina que nos marcamos nosotros mismos por encima del dinero. Va mucho más allá de las fundaciones y los beneficios fiscales. Es algo transversal, no vertical.
Solo funcionará si desterramos de nuestras acciones la pretensión caritativa y nuestra intención es integrarnos en la comunidad en la que desarrollamos la actividad económica. El objetivo final no es ganar dinero, es generar bienestar en el entorno.
Proporcionar empleo es muy importante, sobre todo si se hace con unas condiciones laborales dignas, respetando el medio ambiente y participando de una sociedad capaz de crecer. Al fin y al cabo, gran parte de nuestra vida la pasamos en el trabajo, alcanzamos la realización personal a través del trabajo y las empresas son las grandes unidades de socialización junto con los barrios. ¿Qué mejor que trabajar para una que te haga sentir digno?