Nuestra actitud ante la tecnología: De aquellos polvos, estos lodos.
No creo que nadie se plantee ya que las empresas de cualquier sector están cambiando a la par que las tecnologías que nos rodean se imponen cada día más.
Ya no se trata solo de modernizar los equipos y agilizar los procesos con software más avanzado, si no de un cambio en el planteamiento del propio concepto de empresa. Hemos asistido a la práctica desaparición de negocios enteros (como el revelado de fotos, o los videoclubs, por poner solo dos ejemplos), que, a falta de reorientación, han perdido su sitio.
La tecnología está redefiniendo nuestro trabajo; eso es una realidad. En mayor medida (como los ejemplos planteados anteriormente) o en menor medida, modificando la forma de hacer las cosas. Tanto si vendemos un producto como un servicio, es de necios pensar que en nuestra vida profesional nada ha de cambiar nunca.
Como se suele decir, si siempre haces lo mismo, ¿por qué esperas resultados diferentes?
Ante esta situación, es primordial mantener la mente abierta. No vale tirarse a lo loco a todo lo que sale, pero tampoco quedarse anclado, porque supone, en la inmensa mayoría de los casos, una muerte anunciada. Y es que la política del “siempre se ha hecho así” no tiene ya ningún sentido en los tiempos en que vivimos.
La peor actitud es la del que ni sabe ni quiere saber, y además le molesta que los demás sepan.
Esto significa, directamente, vivir de espaldas al mundo. Algo tan nuestro como el “no nos compliquemos la vida” (que refleja esa imagen tópica tan rancia de vagos y poco profesionales que tenemos), se utiliza muchas veces para excusar una actitud ante la tecnología y las novedades francamente inaceptable.
No nos engañemos: nuestro deber no es simplemente hacer nuestro trabajo. Es hacerlo lo mejor posible. Debería interesarnos cualquier posibilidad de mejora. Cualquier intento de avance. Cualquier novedad que suponga realizar nuestra tarea mejor o más rápido. A veces, se trata de cambiar una herramienta. A veces, es tan sencillo como pensar cómo llegar al mismo sitio por otro camino.
En el fondo se trata únicamente de superar el miedo al cambio.