¿Me has visto o no? ¿Posicionamiento web o barbarie?
La eterna lucha por vernos en los medios electrónicos delante de nuestra competencia es un complemento, no una solución.
El posicionamiento web no puede suplir una estrategia de comunicación constante. Es importante, pero no imprescindible. Internet es un medio para un fin, y funciona muy bien, pero no es un objetivo en sí mismo. Ninguna marca puede depender únicamente de la red. Volvemos a hablar de “herramientas”. Nadie sabe a ciencia cierta cómo funciona el motor de búsqueda de Google (excepto el Sr. Google), aunque nos intenten vender que sí.
La red muchas veces es como el boca – oreja. El posicionamiento web es útil, pero no caigamos en la trampa de pensar que todo el mundo va a buscarnos en Internet. Seamos claros, las personas nos buscan cuando les falta información. De nada vale posicionarnos en Internet cuando todo el mundo nos conoce, más allá del ego del director de marketing. No se trata de que sepan quienes somos, de “que nos conozcan”, se trata de proporcionar un producto o servicio para nuestros clientes.
El posicionamiento es importante, sobre todo, para las organizaciones pequeñas. Buscamos, por ejemplo, una “lavandería cerca de casa”. Pero ¿alguien cree que buscamos “bebidas refrescantes con sabor a cola”? Y lo más importante: ¿Va a cambiar nuestro criterio si sale antes Coca Cola o Pepsi? El top of mind de los clientes es algo que no se puede comprar con dinero, por mucha inversión que se haga, se gana día a día. De hecho, no importa tanto aparecer entre las tres primeras páginas de Google, si ni siquiera aparecemos en el visionario de nuestro cliente.
Volvemos a lo mismo, cuando alguien busca un negocio de nuestro sector es porque no lo conoce. Necesitamos un buscador cuando ofrecemos lo mismo que todos. Cuando nuestro producto o servicio no tiene apenas diferencia con otras marcas. Cuando hay 9 peluquerías en mi barrio. Cuando hay 6 instaladores de calderas en el distrito. Pero ¿qué pasa una vez clicamos? Ahí tenemos que marcar la diferencia. Ahí tenemos que enamorar al cliente. ¿Cuántas páginas web encontradas en primeros lugares de buscadores no nos ofrecen demasiada confianza al entrar? ¿Acaso nos quedamos siempre con el primer resultado que encontramos? ¿Acaso no comparamos precios y ofertas?
El posicionamiento web es un trabajo efímero, un fuego fatuo. Funciona de primeras, pero al final termina no sirviendo de nada si no tenemos una estrategia de comunicación global. Nada vale si no valemos nosotros, todo cae por su propio peso. No hay truco. No podemos posicionar si no hay una idea detrás. No nos volvamos locos por estar en la pista de baile si no sabemos bailar. Es como ponerse ante un micro y no tener nada interesante que decir. Al final, pierdes más puntos de los que ganas.
De nuevo internet se convierte en el enemigo, pues nos permite acceder demasiado fácilmente a herramientas, haciéndonos pensar que estamos haciendo marketing. Tener acceso a una sierra no nos convierte en carpinteros.