Brindo por el marketing (azul)
Existe un libro sobre marketing llamado “La estrategia del Océano Azul”, de de W. Chan Kim y Renée Mauborgne. Un éxito de ventas. Viene a explicar que hay dos tipos de mercado: los océanos rojos, donde productos similares compiten como tiburones entre ellos y los océanos azules, donde gracias a la innovación, todo el mundo nada a sus anchas y tiene su propio espacio.
Esta es la base para que la empresa española Gïk Live! creara un concepto nuevo y bastante radical: el vino azul. ¿Cómo diferenciarse y ofrecer algo nuevo? Pues cambiando el color. En un país de vinos, como el nuestro, y en un sector bastante estancado y tradicional, ha descolocado bastante la propuesta de esta empresa. Hasta tal punto, que han presionado lo suficiente como para que no se pueda llamar legalmente Vino a esta bebida, por el hecho de ser azul. Veamos la composición: 99% vino y 1% mosto… En fin, cosas de la competencia más rancia.
Polémicas aparte, lo cierto es que el color no altera el sabor, es un tema puramente estético. Marketing puro. Pensemos: si con cualquier producto alimentario podemos alterar (y asociar valores) el olor, la textura, el sabor, etc… ¿por qué no al color? El planteamiento es tan sencillo que uno se pregunta aquello de ¿Cómo no se le ha ocurrido a nadie antes?
En países con un poco más de visión, triunfa. Pero aquí no acaba de arrancar. ¿Será porque no les dejan llamarlo vino? ¿O porque es una idea demasiado radical para nosotros? ¿Quizá por falta de una buena campaña de publicidad? El hecho de que no les dejen llamarlo vino parece más una oportunidad (desde el punto de vista del marketing) para presentarlo como un producto rebelde y rompedor, que un problema.
En cualquier caso, la gente de Gïk Live sigue apostando fuerte y la propuesta no acaba aquí: En el porfolio de la misma empresa cuentan con un vino rosa (no rosado, no: rosa) llamado Lágrimas de Unicornio. O con vino picante, o vino mezclado con té… Desde luego, alternativas no faltan.
Los americanos a esto lo llaman “think outside the box”. Para nosotros es un gran ejercicio de creatividad empresarial, imaginación y marketing del bueno.
¡Chin chin!