¿Qué esperas de un líder?
A menudo escuchamos o leemos grandes discursos sobre los líderes. Aquellas personas que no solo están capacitados para dirigir grandes empresas, sino también dar ese perfil que todo el mundo admira, sigue, y quiere imitar. A menudo los confundimos con los genios, un poco (o mucho) déspotas, seres incomprendidos que van por delante de todos los demás y parece que tienen visiones mágicas del futuro.
Pero no es necesariamente lo mismo. Hablamos de líderes. Personas capaces de ponerse al frente de un equipo humano y sacar el máximo posible de éste, para llegar al éxito en las mejores condiciones. Suena a panacea, a frase de libro. Pero es posible. Tienen una capacidad especial para organizar el trabajo, una visión global del proyecto y una energía que parece inagotable para gestionar los problemas que salen a cada paso. ¿Tienen un gen especial?
Pues no. No nos equivoquemos. Uno no nace siendo líder. Todas las habilidades que se le presuponen a un líder se aprenden. O, mejor dicho, se trabajan. Y, sorpresa, muchas de estas características no están tan relacionadas con sus capacidades personales intrínsecas como con sus capacidades respecto a los demás.
La gente de Salesforce ha realizado un pequeño estudio en pymes de Europa, América y Asia. ¿Y qué es lo más importante que se espera de un líder? Pues el valor más votado de todos es la autodisciplina. Algo que no se estudia, que se consigue a base de esfuerzo y constancia.
En segunda posición, capacidad de comunicación con las personas que le rodean. Una afirmación que parece sacada de Perogrullo, pero que en muchos más casos de los que debería, brilla por su ausencia. No se trata únicamente de saber comunicar, si no de saber entender y transmitir en ambas direcciones. Los directores de empresas a los que se les ha preguntado consideran que es el segundo requisito clave de todo buen líder.
En tercera posición (y prácticamente empatado con la segunda posición, pasión y empuje. Es esa capacidad de entusiasmarse con aquello que haces. Puede que no hagas en la vida aquello que te guste, pero te ha de gustar lo que haces. Y no desfallecer. No ceder ante la adversidad es algo muy valorado para un buen líder.
No es hasta la cuarta posición donde se habla de conocimientos del mercado. Aquí ya se conjuga un equilibrio entre conocimiento y experiencia. Algo que ya se aprende y adquiere con el tiempo. Que va ligado a un cierto grado de veteranía.
Es muy llamativo que las 3 primeras características que se esperan de un líder sean capacidades difíciles de estudiar en ninguna carrera. Son habilidades personales. Resultado de un carácter cuidado y trabajado. Es la consecuencia de una cultura más emocional que racional.
Esto nos da una idea del tipo de perfil más valorado para poner en cabeza de un equipo. Respaldado por las recientes prácticas de las grandes marcas en materia de selección de personal, cada vez menos preocupadas por los títulos y la formación académica, y más por las aptitudes personales y capacidades relacionales de cada individuo.
¿Qué debemos trabajar, entonces, para ser un buen líder?
1.- Nuestra capacidad de visión y decisión
Hemos de ser capaces de tomar decisiones en el momento adecuado. Y, por supuesto, asumir las consecuencias de esas resoluciones. Los indecisos nunca son buenos líderes.
2.- Capacidad de organización planificación
Y no solo para el trabajo propio, sino para el ajeno. La gestión del tiempo y los recursos es una herramienta clave de cualquier buen líder.
3.- Capacidad de trabajo
Va muy ligada a la anterior. Una buena gestión lleva a una mayor capacidad de trabajo. Además, es importante poder realizar varias tareas a la vez, manteniendo la atención en todas, sin los típicos agobios.
4.- Carisma: ser agradable y empático
Un líder trata con muchas personas al cabo del día. Tener química con las personas que te rodean es fundamental. Es necesario ser emocionalmente estable para liderar un equipo de personas.
5.- Comprensión y nobleza
Respecto a los problemas del día a día, respecto a los errores propios o ajenos, y respecto a las limitaciones personales del equipo. La inflexibilidad no ayuda. Y desde luego, la falta de reconocimiento del trabajo ajeno o incluso la apropiación del mérito de otros, tampoco.
6.- Cariño por los detalles
El diablo está en los detalles. La diferencia entre lo correcto y lo excelente, precisamente, está en los detalles. Y, de nuevo, esto se aplica no solo al trabajo y al día a día si no también a las relaciones humanas.
7.- Asunción de responsabilidad
Asumir las equivocaciones, de forma personal y en equipo, es fundamental en la vida y en el trabajo. Lo de echar la mierda para abajo (con perdón) no solo es una equivocación; también está abocado al más rotundo de los fracasos a la larga
8.- Cooperación con los demás
Los líderes nunca están por encima de nadie. Trabajan codo con codo con los demás. Es necesaria la ayuda y la cooperación de todos. Si las necesidades de comunicación son un básico, las necesidades de cooperación lo son aún más.
9.- Motivación
Encontrar aquello que nos motiva es fundamental en cualquier trabajo. Y en cualquier puesto. Los líderes, además, encuentran aquello que motiva a su equipo. De forma global y de forma personal. Es el motor del rendimiento.
10.- Proacción
El enemigo es la costumbre y la procrastinación. Acomodarse es lo peor que puede pasar en un trabajo. En cuanto algo funciona por inercia, mal vamos. Un buen líder busca siempre nuevos motores o nuevos frentes. No espera a que alguien le diga lo que tiene que hacer.