KO técnico de la prensa escrita
El llamado cuarto poder, la prensa escrita, está viviendo la crisis más grande de su existencia. Y cada vez son más, las voces que se alzan augurando que será ya la última crisis. Y es que realmente el panorama está muy difícil para un sector que lleva arrastrando muchos problemas desde hace mucho tiempo.
El salto a la era digital no ha sido, en contra de la opinión general, el motivo. Pero sí la puntilla. Desde los años 70, el periodismo ha perdido el norte. Su principal función, la de informar de forma veraz y objetiva se quedó anclada en una época dura y turbia en que los lobbys tanto económicos como políticos se apoderaron de la propiedad de periódicos, radios y televisiones.
Allí comenzó su periplo por un camino nuevo lleno de intereses creados que hiceron trastabillar, hasta caer por completo la credibilidad de periodistas y medios sin más remedio. Pronto aparecieron los medios afines a ideologías. Y no, no importa el color. Todos han pasado por ahí. Todos los medios. Y todas las ideologías. Hasta el punto de crear medios para apoyar a ideologías. Pero ese es tema de otro tipo de artículo.
Con la reputación tan tocada y delicada, entramos en la era de los medios, a la que no se supieron adaptar. Mientras que radio y televisión se afanaban por adaptar formatos para mantener ventas y financiación, la prensa escrita se agarraba a su formato clásico, monocromo (en algún caso contado color) y de poca calidad material. Cómo competir con anuncios en movimiento y en color… La crisis continuaba, pero aún deseábamos todos mantener el ojo vigilante de la prensa sobre el poder.
Pero llegó la era digital. Y por supuesto, los periódicos tampoco han sido capaces de adaptarse a los nuevos tiempos. Aferrándose a su formato y soporte, han visto pasar por delante oportunidades desaprovechadas sin parar. Y no solo eso, la llegada de la web 2.0 ha hecho que su papel de “informador” (vamos a guardarnos eso de “veraz y objetivo”) pase a manos de los propios usuarios de internet, mucho más ágiles para mover la información en internet que cualquier institución. Y con el mismo nivel de credibilidad (es decir, poco).
La consecuencia de esa dejadez, de ese abrazo obsesivo a un tiempo que ya no va a volver es el descenso constante de las cifras de ventas del papel. A valores impensables. Se empiezan a escuchar palabras como hecatombe. Quizá es una exageración, quizá estamos aún a tiempo, pero cuesta ver ese salto, tan tarde y tan a desgana.
Para muestra un botón. En 2007 las 4 cabeceras más importantes El País, El Mundo, ABC y La Razón sumaban 1.150.000 ejemplares diarios vendidos. Hoy, las mismas cabeceras apenas superan los 300.000. Y seguimos bajando.
Y es que la prensa escrita ya no es una fuente accesible de información. Y ya no tiene prestigio. Y ya no tiene atractivo. Depende de ayudas, subvenciones y arbitraje externo, porque la publicidad hace mucho que no puede sostener un periódico.
Así no puede seguir. Como en un ring de boxeo, la cuenta atrás ha empezado y queda poco para que el púgil se levante y lo intente una vez más, o directamente el árbitro declare el KO.