Fake News, Posverdad y la tierra… plana
Seguro que has oído hablar de gente que, en pleno 2019, defiende que la tierra es plana. Son los terraplanistas. Uno movimiento real, que defiende que la tierra es un disco plano rodeado de un muro de hielo. Muy a los Juego de Tronos.
Sí, hay una parte de atracción divertida entre sus seguidores, pero también hay personas completamente convencidas de que el mundo no es redondo, que eso es una gran mentira.
Son los modernos conspiranoicos. Un concepto acuñado para nombrar a todos aquellos que ven grandes conspiraciones detrás de los eventos principales de la historia de la humanidad. El primer gran momento de las teorías conspiratorias apareció tras el asesinato de J.F. Kennedy. Todos conocemos las teorías. De hecho, las muertes “poco normales” de personajes famosos siempre llevan asociada alguna teoría de este tipo. ¿Recuerdan el fallecimiento de Lady Di? ¿Y cuánta gente dice haber visto a Elvis vivo?
Siguió con la llegada del hombre a la luna. ¿Todo un montaje del gobierno americano? Fotos con errores que “demostraban, sin lugar a duda” que todo era mentira, etc… ¿Recuerdas la famosa serie de TV “Expediente X”? Se centraba, precisamente, en este gran conspiración gubernamental.
El último gran momento lo hemos vivido tras el triste 11S. En este caso, se sumó el “efecto internet” donde hay cabida para todas las voces posibles y opiniones imaginables. Y precisamente esto, la gran cantidad de información es lo que facilita esta desmesurada credibilidad respecto a las teorías más locas.
Según los psicólogos, esto se debe a nuestra capacidad instintiva como humanos a detectar patrones dentro de grandes cantidades de información (somos capaces de entender sin que nadie nos enseñe, que alimentarnos calma el hambre, que dormir nos recarga, etc…). Estos patrones se convierten, para nosotros, en verdades universales. Este esquema, trasladado a la gran cantidad de datos disponibles a lo largo de nuestra vida (imagina sumando todo internet) nos lleva a ser capaces de “deducir” o “imaginar” patrones donde solo hay casualidades, imaginación, o errores de interpretación.
La agitación social que vivimos en los últimos años también ayuda a creer en las conspiraciones. Genera desconfianza en instituciones y alimenta las teorías raras.
Además, muchas personas no son capaces de asimilar bien la casualidad, la aleatoriedad, la incertidumbre… y necesitan de una explicación más sencilla: una mano detrás, capaz de maquinar y organizar todo el bien y todo el mal del mundo.
Esto tiene además un componente emocional importante. Y es la designación de un “culpable” para todo lo malo que nos sucede. La exención de responsabilidad es un refuerzo psicológico brutal para los crédulos y un caldo de cultivo para el surgimiento de mentes manipuladoras. Tenemos un ejemplo reciente muy claro: el presidente Trump, que decía que el calentamiento global era mentira, un invento de los chinos; y que todas las noticias que surgen es su contra son Fake News creadas para desestabilizarle a él. Ah, y a su gobierno. Sí, eso también.
Por supuesto, hay grados. Hay quien simplemente cree que todos los partidos políticos son corruptos, que todo el dinero se lo quedan los mismos, que hay un poder oculto de grandes corporaciones que son las que realmente mandan… etc… Y hay quien, directamente, cree que la tierra es plana.
Lo cierto es que vivimos en un momento de la historia en que un meme tiene tanta credibilidad como un noticiario. Y el nivel educativo medio ha bajado tanto, que en cualquier noticiario acaban apareciendo temas que hace unos años jamás se verían en un programa serio. Popularizar cualquier tema tiene la ventaja de que llega a más personas, pero la desventaja de que pierde calidad.
Y en este entorno donde tenemos menos criterio para diferenciar verdad de mentira, y nos lo ponen (por activa o por pasiva) más difícil cada día, es casi lógico que acabemos creyéndonos cualquier barbaridad. Incluso que la tierra es plana.