Todo lo que usted quiso saber sobre las Newsletter y nunca se atrevió a preguntar.
Vale. Quieres hacer una Newsletter. Fantástico. Pero antes de empezar, cabe hacer una pequeña reflexión. Pequeña, pero importante. ¿Por qué quieres hacerla? ¿Por imagen de tu marca? ¿Para fidelizar clientes? ¿Para generar más negocio?
Tómate tu tiempo para decidirlo. Tienes que tenerlo claro. Y ya te avanzo que no vale la respuesta “un poco de todo”.
Mientras lo piensas con calma, vamos a tomar la primera decisión. ¿En papel o en formato electrónico? Cada opción tiene sus ventajas e inconvenientes.
En formato papel
Es más caro que online, claro. Pero es más probable que nuestros clientes lo valoren (incluso aunque no lo lean, porque es tangible) que en online (donde se reciben montones de correos comerciales y no destaca nada). Permite mucho más diseño y desarrollo de contenido. Y cuando tooooodo el mundo hace correos electrónicos, que te llegue algo en papel sorprende.
En formato electrónico
Es mucho más barato que en papel, sin duda. Aunque no te confíes, no es gratis. Permite una trazabilidad total. Saber cuántos se han abierto, cuántos se han leído, cuántos no han llegado, etc… El diseño y el contenido es más limitado por los gestores de correo electrónico y antivirus, pero compensa con el precio y el alcance.
Una vez tomada la primera decisión importante, viene la segunda. Qué decimos en la newsletter. Pues esto depende directamente del objetivo que tengamos. A estas altura ya deberías haber respondido la gran pregunta. Porque no nos equivoquemos, hacer una newsletter no se trata de “contar lo que hacemos” o de hacernos autobombo. No es tan sencillo.
Seguro que, si quieres que un cliente pruebe otros servicios o productos de los que ofreces (lo que llamamos cross-selling) el discurso será de un tipo. Pero si quieres situar tu marca por encima de la competencia, el discurso será otro completamente diferente.
Las tres reglas principales para hacer una buena Newsletter, tanto en formato papel como electrónico son:
1.- Ser breve
Estamos hablando de un entorno profesional. ¿Quién tiene tiempo en el trabajo de parar a leer grandes artículos de extenso contenido? Nadie. ¿Quién puede ponerse videos eterno con músicas estridentes? Nadie. ¿Quién, de los que lo “guardan para ver luego” lo ve luego? Nadie. Así que sé breve. Lo bueno, si breve…
2.- Ser interesante
Recuerda que el criterio no es “lo que tú crees que es interesante” si no “lo que a los clientes les puede interesar”. Y eso no incluye opinión, editorial, crítica o elucubraciones teóricas sobre el sector. Piensa en qué les puede ser útil para ellos. En qué les puedes facilitar la vida. No caigamos en el error de querer ser líderes de opinión.
3.- No ser pesados
Y finalmente la última gran decisión es la periodicidad. Y cuidado, porque hacer el primer número es muy fácil. El segundo aún se hace bastante bien. El tercero cuesta un poco. Y para el cuarto ya no hay temas, ni noticias, ni (lamentablemente) ganas.
Además, aunque para nosotros la newsletter es nuestro hijo y nos encanta, para todos los demás, es una molestia. De verdad lo es. Una interrupción de su día a día. Imagínate si cada semana tenemos una interferencia de nuestro tiempo…
Así que es mejor no abusar y que dicha interrupción, además, esté suficientemente justificada.
Un consejo final: tener un procesador de textos no nos convierte en escritores. Un buen artículo no es el que tiene palabras complicadas, estructuras imposibles en las oraciones y exceso de vocablos técnicos y/o anglicismos. Escribir es una profesión. Hazte con un equipo profesional que desarrolle el contenido. Y lo mismo pasa con el diseño. Piensa en la sensación que te da a ti cuando lees algo con frases sin sentido, faltas de ortografía, o con un diseño rancio de los años 60 o estándar de esos de «háztelo tú mismo».
Recuerda una de las leyes claves del marketing: no solo es el contenido de la acción. Es la imagen que da esa acción y lo que dice sobre ti y tu marca.