Los grandes Inventores del nuevo siglo
Estamos viviendo una nueva época de grandes inventores como las de Edison, Tesla, Bell… Si bien nunca ha dejado de haber personas que tienen ideas e intentan llevarlas a cabo con más o menos éxito (internet está lleno de grandes inventos absurdos que nos sirven para nada más que para hacernos reír), es cierto que en los últimos años somos testigos de un auge en este particular sector. Quizá los más destacados actualmente sean Jeff Bezon o Elon Musk. Pero no son los únicos.
De hecho, Musk vio peligrar su predominancia en vehículos eléctricos, los Tesla, gracias al británico James Dyson (sí, el de las aspiradoras).
El hombre más rico del reino unido invirtió 556 millones de euros de su cuenta personal (y tiene muchos más) en Dyson Automotive. Y crearon un coche. El N526. Y Funcionaba. Y muy bien. Con 950Km de autonomía (el doble que un Tesla Y). Lamentablemente, la rentabilidad del vehículo era del todo imposible. Tendrían que haberlo vendido por 165.000€ cada uno.

Así que tras una larga e infructuosa búsqueda de inversores y partners (se las tuvo con Honda Automóviles) Dyson Automotive cerró en octubre de 2019. Dejaron el mundo de la automoción, después de haber conseguido desarrollar un buen producto.
Pero si algo ha aprendido James Dyson, es a no rendirse nunca. El proceso no ha quedado en agua de borrajas. Del desarrollo del N526 se pueden aprender muchas cosas. Por ejemplo, baterías de estado sólido. Más eficientes que las actuales de ión-litio, más pequeñas, más ligeras, y que generan menos calor (con el consiguiente ahorro de los actuales sistemas de refrigeración, tan caros).
Quizá la gran inversión en la fabricación de coches eléctricos se quede en el desarrollo de elementos que pueden ayudar a otros en la fabricación de dichos coches. Puede que, como ya ha pasado muchas veces en la historia, intentando descubrir una cosa, encuentras otra por el camino. Quién sabe si, el día de mañana veremos los Toyota Prius con baterías Dyson. O incluso los mismos Tesla.
Una cosa sí es cierta: nuestra sociedad encumbra al que firma el invento. Pero los verdaderamente inteligentes son los que aprenden de los fracasos y encuentran el provecho en cada uno de los pasos realizados. Son los que cementan el camino para los que vendrán después.