La segunda pantalla ya no es segunda
Con el desembarco de los dispositivos móviles hace unos años, comenzó un fenómeno en el que se combinaba el uso de una pantalla (televisión) con una segunda opción (normalmente teléfono o tableta). Un uso combinado que nos permitía seguir un programa de TV (pongamos por ejemplo, Gran Hermano o Eurovisión), y combinar el visionado con las reacciones que dicho programa provocan en redes. ¿qué se dice en Twitter, Facebook, etc… mientras está sucediendo en vivo en TV?
A esto se le llamó “la segunda pantalla”. Y muchas veces implicaba que la atención recaía más sobre la segunda que la primera. Es decir, que acabábamos haciendo más caso al hashtag de turno, que al programa en sí mismo.
En algún momento, lo que sucede en internet se ha vuelto más interesante que lo que sucede en TV
¿Cuál es el problema? Que la segunda pantalla ha acabado siendo la primera y casi el 70% de las personas ya no saben ver televisión sin el teléfono o la Tablet delante. En algún momento, lo que sucede en internet se ha vuelto más interesante que lo que sucede en TV. Y cuidado, no solo es un problema del usuario, cada vez más enganchado a las redes; también lo es de la TV, cuyos contenidos pierden fuelle por momentos.
Parece que la tendencia es muy clara, y el público abandona la TV convencional y sus programas, y se sitúa cada vez más en una pantalla portátil, donde puede acceder al contenido online de plataformas como Netflix o HBO, o a la versión online de los programas convencionales. Y por versión online entiéndase la respuesta de otros usuarios y sus comentarios, por encima del programa en sí.
Las redes han conseguido que los usuarios sean protagonistas y no espectadores de los programas. Es un lugar donde su opinión (fundada o no, correcta o no, educada o no) puede tener un peso que de otra forma no tendría. Y en unas generaciones tan acomplejadas donde el culto al Ego ha cobrado tanta importancia, el papel de las redes sociales en ese culto al yo, se ha vuelto crucial.
Dicen que este es un país donde cada lunes hay unos 12.000.000 de entrenadores de fútbol que, por el mero hecho de ver mucho deporte, se creen con conocimiento y autoridad suficiente para discutir y corregir a expertos entrenadores sus técnicas y decisiones. Paséense por cualquier bar un lunes y verán… Ahora imaginemos que estas opiniones, (fundadas o no, correctas o no, etc…) consiguen, por obra y gracia de las redes sociales, una audiencia de miles y miles y espectadores. Los efectos sobre el Ego son devastadores si no tenemos la perspectiva y la formación suficiente para asimilarlo.
Y los jóvenes no la tienen (y muchos adultos tampoco, todo sea dicho).
Pero es fácil. Es gratis. Y nadie te pide referencias para opinar. Así pues, es preferible a una TV donde otros opinan (también de forma fundada o no, etc…) y nosotros no podemos decir nada. Ni responder nada. Solo mirar. Y tragar. ¿Será por eso que ya no nos interesa la primera pantalla?
La TV con segunda pantalla, un proyecto de la TV convencional para conquistar a las nuevas audiencias, lo único que ha conseguido es separar más a esas audiencias que querían conseguir y fagocitarlas.
Lo cierto es que la audiencia de la TV se está fraccionando más y más en los últimos años y pierde terreno. Y eso, pese a todos aquellos que decían que eran plataformas diferentes con contenidos diferentes y podían convivir sin problema.
El futuro de la segunda pantalla aún está por ver. Pero desde luego, no será el del segundón. El siguiente paso será, tal vez, quedarse enganchado en la segunda pantalla y terminar apagando la primera.