La humanización del marketing
Si algo han descubierto las marcas en los últimos tiempos es que deben comportarse de una manera más próxima a sus clientes. Hace unas semanas hablábamos del Love Marketing en nuestro blog, y conceptos de este tipo aparecen cada vez más en nuestro día a día. Las marcas dejan de ser un ente indefinible para pasar a ser casi como personas con las que tenemos una relación. Personas con las que nos comunicamos. Por las que tenemos sentimientos.
Este proceso de humanización busca una relación cada vez más estrecha, y un índice de fidelización (o quizá de tolerancia frente al error) mucho más alto. Las marcas se esfuerzan por ser para nosotros un compañero en el camino, y en este sentido adaptan sus estrategias a nuestros gustos y necesidades. De ahí fenómenos como el Big Data, de donde sale toda la información posible sobre los clientes.
Es cierto que la automatización de procesos (respuestas de correos automáticas, máquinas que hablan con nosotros, etc…) ahorran a las empresas muchísimo dinero en tareas que pueden llegar a ser repetitivas, pero también tiene un gran riesgo:
- Pierdes capacidad de reacción ante un problema
- Pierdes personalidad en tus respuestas
- Conviertes la relación con el cliente en algo monótono y terriblemente pesado
Sabemos que cualquier persona toma las decisiones de compra en base a muchos factores externos. Sentirse arropado, protegido, respaldado por una marca, es una de las mejores opciones a la hora de decantarse. Por encima, muchas veces, del precio y de otros factores más evidentes.
¿Pero cómo humanizar el marketing de nuestra marca?
Convirtiendo al cliente, no en el objetivo, si no en el centro de nuestra estrategia. Tratarlo como trataríamos a un familiar o a un amigo. No han de ser las necesidades de la empresa, las que dirigen el contenido hacia los clientes, si no las necesidades de los clientes las que condicionan el marketing de la empresa.
Parece muy sencillo, pero no es nada fácil. El cliente es exigente hasta el capricho, indeciso o incluso pesado. Pero lo es porque presume nuestra mala fe como marca. Porque no está acostumbrado a recibir un trato de confianza de quien pretende sacar un beneficio económico de él.
Las empresas parten de la desventaja, porque también es cierto, que hay mucho desalmado por el mundo. Pero la experiencia demuestra que la humanización del marketing es uno de los mejores recursos que tiene cualquier marca hoy para encontrar y retener clientes.
En un mundo de competencia cada vez más brutal, donde no siempre es fácil competir en precio o recursos, existen otras estrategias que puedes resultar igual o más beneficiosas.
El marketing humanizado no juega con los sentimientos del cliente ni le engaña. Es, como un amigo, alguien que no teme pensar por sí mismo, opinar, y aconsejar o desaconsejar lo mejor… para el cliente y no necesariamente para la marca.