Humor y publicidad, amor a primera vista
Existen muchas fórmulas publicitarias que apelan a la emotividad antes que a la racionalidad, pero desde luego ninguna funciona mejor que el humor.
La risa no es cosa de broma. Humor y publicidad son uno de los pocos matrimonios perfectos que existen en este mundo, y eso hay que cuidarlo.
Hay muchos productos y marcas de los que sólo nos acordamos porque su publicidad fue muy graciosa. Nosotros, Machinery, somos de esa gente rara que creció viendo anuncios cuando los intermedios de la tele aún molaban.
Según un estudio de la empresa alemana Innofact AG un 90% de los consumidores prefieren ver anuncios con un toque humorístico, pero eso tampoco nos importa mucho. Parafraseando a Emma Goldman, o nos reímos o no es nuestra publicidad, no hace falta que venga a decírnoslo nadie.
Apreciamos el humor, porque sólo la risa puede salvarnos de este mundo, sólo la risa hace que las agujetas sean placenteras, sólo la risa quita el miedo.
Y por tanto, como camino hacia la emotividad, desde la publicidad se ha de utilizar la risa.
El humor, y más en el marco de la publicidad se ha de basar en eso, en los giros de guión, en lo imprevisible. No nos sirve un humor chusco que se ve venir, o basado en la exageración. Los recursos humorísticos fáciles no sirven en publicidad.
Nuestro público no está relajado como para esperar reírse de algo sencillo. No nos podemos olvidar que nuestra pretensión es posicionar nuestro producto en su top of mind, y esa es una tarea complicada.
Nos encontramos con todos los baches que representa la risa; los prejuicios, la cultura y la educación que nos han impartido que nos impide derrumbar según qué cosas que no son tan importantes.
Se ve que cuando se toca el palo de humor la gente se empeña en ofenderse rápido, así que en publicidad podemos hacer dos cosas: o intentar agradar a todo el mundo (que nunca funciona) o hacer saltar la banca. Porque… ¿qué es el humor si no es provocación?
Este artículo no lo patrocina Audi, os lo juramos por Machinery, pero es que son campañas geniales para representar el humor. Y esa es la cosa, que la risa es subjetiva y como tal, yo, el que escribe, elige lo que más gracia le hace, aunque tenga un poquito de mala h**t*a.
No puede haber publicidad sin humor, como no puede haber vida sin risa, como no puede haber México sin un crío amontonando dos packs de Coca cola para hacerse un pedestal para coger una sola botella de Pepsi.
Y puestos a terminar, y a demostrar que este artículo no lo financia Audi, os dejamos esta obra de arte que tiene lo mismo gracia que de mala leche.
Que no se nos olvide nunca: Si no podemos reírnos, todo esto no sirve de nada.