El fin de las Cookies
En los últimos años han obtenido una mala fama injusta. Las oleadas de preocupación (y casi obsesión) por la privacidad en la red, han dejado huella en las inefables cookies.
Es cierto que sirven para acumular datos y utilizarlos después en la personalización de los productos y servicios de internet. Pero eso no es necesariamente malo. No siempre es para vendernos cosas, o para robar nuestros datos personales. Hacen que la experiencia de navegación sea fácil, se recuerden los accesos, y que no perdamos demasiado tiempo hasta llegar al contenido que solemos escoger, entre otras cosas.
Por supuesto, el gran problema de las cookies es precisamente que contienen información valiosa. Memorizan datos de formularios para que no los volvamos a rellenar constantemente, cargan imágenes más rápido y recuerdan las páginas que visitamos. Por ejemplo, si buscas varias peceras en varias tiendes con cookies activadas, encontrarás que las siguientes páginas que visites tendrán banners publicitarios de peceras. Eso también lo hacen las cookies.
Eso en sí mismo no es un problema. El auténtico problema es quién tiene la información de que quiero comprar una pecera (o un coche, o ropa interior de encaje, o un consolador, o un libro de “Como defraudar a hacienda”) y qué pretende hacer con esa información. Como siempre, el problema no es el objeto es sí mismo, la cookie, si no el uso que se hace de ellas.
Estamos viviendo, seguramente, el principio del fin de las cookies
Pero lo cierto es que están perdiendo la batalla. Si Apple anunció hace un tiempo que bloquearía las cookies en su navegador, Safari, ahora Google anuncia algo similar. En el primer caso se quedaba en algo anecdótico, pues solo un 4% de usuarios mundiales utiliza Safari. En el caso de Google y su Chrome, hablamos de cerca del 70% de los usuarios.
Esto hace que las perspectivas cambien un poco. No será un cambio rápido. Google pretende hacer la transición en dos años, y poco a poco. Pero seguro que replanteará el sistema global (estamos hablando de muuuuuchos usuarios). Y es de esperar, además, que los restantes navegadores más populares (Explorer, FireFox y Edge) acaben siguiendo la estela y terminen por bloquear el exceso de cookies, dejando únicamente las propias y seguras.
Estamos viviendo, seguramente, el principio del fin del reinado de las cookies. Es fácil prever hacia dónde irá la tendencia, visto lo visto.
¿Servirá de algo la nueva política de restricción de las cookies desde los navegadores? Pues a la larga, seguramente no. El mercado, que no es tonto, busca constantemente alternativas válidas (y ya destaca una llamada fingerprinting). Y sobretodo, por la presión de los mercados publicitarios. Y es que hablamos de muchos usuarios, sí, pero también hablamos de muchos millones.
El tema de la privacidad es complicado y va para largo. Y desde luego no es algo que se solucione eliminando cookies. Es más profundo que eso. En los próximos años veremos, seguramente, grandes avances en este tema. Por lo pronto, vamos dando pequeños pasitos, que poco que hagan, algo contribuirán. Querida Cookie, descansa en paz.