¿Es el momento de saltar del barco?
Tras la reciente crisis de Facebook (otra más) en la que está perdiendo más y más marcas como anunciantes, empiezan a escucharse voces que cuestionan la viabilidad publicitaria de los soportes de internet.
Recientes estudios dicen que solo el 14% de los consumidores confía en lo que lee en las redes sociales. Es un índice de credibilidad desastroso.
Muchas son las empresas que comienzan a abandonar las redes sociales por falta de retorno. La necesidad de invertir cada vez más, y de manera más atomizada para obtener unas cifras de retorno más y más ajustadas está llenando de descontento el sector.
El posicionamiento orgánico en buscadores es cada día más complicado y depende más de la inversión que de otra cosa. Los algoritmos y las reglas cambian constantemente y adaptarse a esto supone un sobreesfuerzo que no compensa por los resultados obtenidos.
Por su parte, los influencers siguen en tela de juicio. Hoy cabe preguntarse si son los influencers los que impulsan las marcas, o son las marcas las que imnpulsan a los influencers. La poca profesionalidad de la gran mayoría de ellos, junto con las limitaciones que la ley comienza a marcar, hacen del colectivo influencer un soporte muy cuestionado.
Además, las redes sociales están ganando a pasos agigantados una fama de toxicidad de la que es muy difícil despegarse. Problemas de privacidad de datos personales, de interferencias, de fake news, de bulling, o incluso de anunciantes y usuarios poco escrupulosos estás destrozando la reputación de unas redes muy cuestionadas de por sí.
La intención con la que se crearon las redes ha quedado completamente diluida en el tiempo, convirtiéndose en instrumentos muy monetizados y de pobre o nulo valor añadido. ¿Cuándo fue la última vez que encontramos un contenido en redes realmente interesante? Más allá de lo anecdótico, lo divertido, autocompasivo, cuando no directamente ofensivo y negativo… las redes se han quedado en nada. Instrumentos idiotizantes para que unos pocos intenten hacer dinero a costa de otros.
Tal es el punto, que en foros profesionales se alzan voces pidiendo cambios importantes o se escuchan directamente anunciantes que se van, buscando una optimización de la inversión de otras formas más convencionales. ¿Reaccionará la red de forma efectiva? ¿O ha llegado el momento de saltar del barco?